Si te cansaste de pedir a domicilio pizzas mediocres de pepperoni, hacer tu propia pizza es la solución. No sabemos por qué pero hacer una pizza con tus propias manos es un proceso muy divertido y mucho más fácil de lo que uno piensa. Para la masa solo necesitas harina y una cerveza. De toppings le puedes poner los ingredientes que quieras; a diferencia de las pizzerías, con la pizza casera no hay límite de ingredientes.
- Revuelve poco a poco con tus manos los 500 g de harina con media botella de cerveza light hasta que tengas una masa homogénea. Agrega la sal, el azúcar y las especias a gusto.
- Pon la masa en un recipiente y ponle un trapo húmedo y caliente encima durante una hora. Esto hará que la masa crezca por la levadura de la cerveza y el calor del trapo.
- Amasa otra vez. Ahora vas a sentir que la masa tiene una textura chicluda. Sabrás que está lista cuando deje de pegarse a tus dedos.
- Precalienta el horno a 150 grados centígrados.
- Aplana la masa lo más delgadita posible y ponla en una bandeja o refractaria. Hazle huequitos a la masa con un tenedor y agrega un poquito de aceite con una brocha. Llévala al horno para que en el resultado final la pizza quede crujiente.
- Cuando veas que la masa está un poquito dorada, sácala del horno y cubre toda la superficie con pasta de tomate.
- Nosotras hicimos dos pizzas, las dos con muchísimo queso y albahaca; una con salami y otra con durazno. Revisa que los ingredientes estén bien secos para que la masa no se humedezca ni se dañe.
- Pon tu pizza una vez más en el horno pero ahora sube la temperatura a 180ºC. Revísala cada 15 o 20 minutos hasta que llegue al punto ideal para tu gusto (o sea, cuando se vea tan linda que te hace pensar «esta pizza está como para una foto).
Deja una respuesta