Por: Juliana Abaúnza
Ilustraciones: Susana Velasco
Vivir sola tiene muchas ventajas: Puedo hacer, ver y comer lo que quiera cuando quiera; puedo llegar a la casa cansada sin tener que ponerle conversación a nadie; puedo hacer todo el ruido que se me dé la gana o puedo estar en absoluto silencio si eso es lo que prefiero. Es una maravilla.
Pero debo aceptar que tiene sus desventajas. Hay unas trágicas como que si me resbalo en la ducha y me muero, pasarán días antes de que alguien me encuentre; pero hay otras que tal vez no suenen tan graves pero sí muy frustrantes. Entre esas está subirse el cierre de los vestidos uno mismo.
Durante años tuve que recurrir al contorsionismo o a la vieja técnica de salir de la casa con el cierre abajo, cubierta con un abrigo y pedirle a una amiga después que me lo suba. Pero ya esos días se acabaron. Hay una forma muy sencilla de subir los cierres sin necesidad de terminar con un espasmo en la espalda, solo necesitan hilo y un gancho.
Primero, midan el hilo desde la punta de sus dedos hasta su hombro. Esa es la longitud que tienen que cortar. Después, amárrenlo a un gancho. Nosotras cogimos este broche aprietapapel, pero el truco funciona igual de bien con una nodriza.
Cuando hayan amarrado el hilo muy bien al gancho, pónganlo en el cierre. Se vale agarrarlo o meter un palito de la nodriza por el hueco del cierre. La idea es que sujeten bien el cierre con el gancho que hayan escogido.
Después de eso, sostengan la parte inferior del cierre y halen hacia arriba. ¡Eso es todo! MacGyver estará orgulloso de ustedes cuando apliquen este truco.
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