Una relación amorosa ya implica grandes retos; comprometerse con la otra persona, aprender a convivir con ella, conocer y aceptar sus defectos y sus virtudes es toda una ciencia (¿o un arte?). Pero, ¿qué tal si le agregamos otro nivel de dificultad?: La distancia. Bueno, ahora mismo estoy (sobre)viviendo una relación a distancia y es tan duro como suena. Hasta podría ponerlo en mi hoja de vida. Pero no solo es retador y complejo, también ha sido muy fructífero y valioso.
Por: Laura Camila
Hagan el ejercicio de preguntarles a sus amigos o familiares: ¿tendrían una relación a distancia?. Seguro la respuesta en el 89% de los casos (porcentaje inventado por mí) será «pues depende, pero yo creo que no, qué mamera». Bueno, pues yo hacía parte de ese 89% pero todo cambió cuando me tuve que enfrentar a la pregunta en la vida real y no en un caso hipotético. (Frescas que no las voy a invitar a una multinivel).
Antes que todo las contextualizo: El año pasado mi vida dio giros inesperados; entre ellos: salí de una relación y luego, conocí a Camilo. Todo con Camilo pasó muy rápido y bueno, me saltaré todas las cursilerías e iré directo al grano: En septiembre de 2018, Camilo fue aceptado en una universidad en Inglaterra (yo sé, el man no podía aplicar en Suramérica o algo así, tenía que ser a un océano de distancia). Cuando me contó, apenas estábamos saliendo, pero estábamos en ese punto en el que ya era algo serio y tuve que pedir un cóctel -como una escena de una película- para pasar el trago amargo de la noticia (bueno, ni tan amargo porque igual estaba muy feliz por él). Eso fue 6 meses antes de que él se fuera; 6 meses en los que todos los días me preguntaba «¿qué PUTAS voy a hacer?».
Al final, ya sabemos cómo terminó esta historia. Decidí(mos) vivir nuestra relación a distancia por el año que él iba a estudiar. Y después de más de 6 meses tengo algunos aprendizajes que seguro les van a servir en caso de que estén pasando por algo parecido, y si no, no saben cuándo una relación a distancia pueda tocar su puerta. Entonces:
HÁGANSE AMIGAS DE LA TECNOLOGÍA
Sé que en esta era digital es popular decir cosas como «compartan con sus seres queridos sin estar pegadas al celular», pero este es uno de los pocos casos en los que mi recomendación es «no se despeguen de su celular», porque esta es la herramienta que tenemos en este momento de la historia para poder sostener una relación a distancia.
Pero tampoco sean exageradas. La clave está en encontrar el equilibrio entre hablar con esa persona constantemente y tener cada uno su vida -real- (trabajo, estudio, familia, etc). Tampoco aguanta estar en una reunión familiar y estar en video llamada con el novio todo el tiempo, ¿no?. Es difícil encontrar ese balance porque, sobretodo al principio, uno quiere hablar todo el tiempo, se manda fotos a cada instante, desbloquea el celular para ver si esa persona le habló y todas esas cosas.
Hablemos de mis desbalances de sueño porque estamos a 6 horas de diferencia, por ejemplo. Pero bien decía Dickens que el hombre es un animal de costumbres, entonces en algún momento pasa el rush de querer hablar todo el tiempo, sin importar qué; normalmente esto pasa cuando la pareja encuentra momentos para hablar y una rutina en medio de la distancia.
Algo que he aprendido en estos meses, es que es mucho más gratificante una hora de conversación por teléfono, dedicada solamente a hablar con esa persona, que hablar todo el día por whatsapp pensando en 50 mil cosas más. Obviamente, me la paso hablando con él por whatsapp todo el día, pero no son conversaciones significativas; encontramos un momento para contarnos nuestro día y es increíble lo terapéutico y liberador que puede ser contarle todo tu día con detalles a la persona que amas.
La tecnología es básicamente la única forma que se tiene para darse amor en la distancia. Gracias a Facebook, Netflix y Wi-Fi he podido ver películas con mi novio al mismo tiempo, hemos podido hablar durante horas seguidas sin que se nos acabe el tema, porque otra ventaja de estar lejos es siempre tener de qué hablar.
LA DISTANCIA SIRVE PARA CONOCERNOS A NOSOTRAS MISMAS
Un amor a distancia es una prueba para la relación. Hay un montón de cosas que se ponen a prueba: la confianza, el compromiso, etc. ¿De verdad queremos estar con la otra persona?, es una pregunta que sí o sí hay que hacerse y que, tal vez sin la oportunidad de vivir una relación a distancia, nadie se haría tan seriamente.
Pero en este tiempo me he dado cuenta de que vivir un amor a distancia ha sido tan fructífero para la relación como para mí. He aprendido a conocerme, a saber cuáles son mis límites, a ejercitar la paciencia y la frustración de tener a la persona que amo al otro lado del planeta. He aprendido a estar sola. A veces tener una pareja se convierte en tener compañía para hacer las cosas; de hecho, es una de las cosas más difíciles del desamor. Mis tusas más grandes han sido porque no tengo con quién compartir ciertas cosas. «Quiero ir a esto pero qué voy a ir sola como una boba». Pero tener una pareja que no esté en formato presencial, hace que uno tenga que hacer las cosas sola. Y me he dado cuenta de que está muy lejos de ser algo malo y para más ejemplos pueden leer el post que escribimos sobre hacer cosas solas.
También hay cosas que hacemos por la otra persona que luego terminan cambiándonos la vida para bien. Por ejemplo, en diciembre del año pasado, llevábamos 3 meses lejos (que en amor a distancia vendrían siendo 5 años) y viajé a Europa para vernos y pasar las festividades juntos. Atravesé el océano y me endeudé, por él. Pero, al final fue por mí: conocí otros países y me cambió la perspectiva de la vida con solo 20 días de viaje.
PERO DE TODAS FORMAS, NO ES FÁCIL
A pesar de ser muy valioso, no es fácil. El nivel de dificultad depende mucho de cómo hayan construido su relación y de la personalidad de ambas partes, pero siempre va a implicar sacrificios, frustraciones y lágrimas.
Aquí lo que tienen que intentar es que esas lágrimas y esas frustraciones no sean más que las necesarias. Es decir, claro que se van a poner tristes porque la otra persona está lejos, porque no pudieron ir con ella a un cumpleaños, porque salió una buena película que querían ver con ella y es físicamente imposible, pero es diferente si se frustran porque hay irrespeto, fallas a la confianza de la otra persona, control, actitudes posesivas, etc.
Por eso es muy importante pensarlo bien. Tener una relación a distancia es una decisión, no un azar. Pregúntense ¿esta relación merece pasar la prueba que significa estar lejos?, ¿estamos listos?, ¿de verdad confío en la otra persona para poder estar lejos por meses sin que sea una tortura para mí?
Es lindo aprender a amar en otros formatos además del presencial. Amar en la distancia le muestra a uno de qué es capaz, lo saca de su zona de confort, lo hace cuestionarse sobre el amor y sobre muchos comportamientos. Es una experiencia de esas que uno no escogería a la primera oportunidad, pero que cuando se vive, deja muchos aprendizajes, porque es imposible no madurar teniendo una relación a distancia si se vive conscientemente.
P.D Hay dos palabras clave en una relación a distancia: sexting y nudes. Nunca las olviden.
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