Por: Juliana Abaúnza
Cuando pienso en una mujer con labial rojo me imagino a alguien que exuda confianza, alguien que no tiene inseguridades, alguien fuerte y femenina, alguien que se siente cómoda en su cuerpo. Hace unos años, creía que esa mujer hipotética no era yo. Pensar en salir a la calle con labial rojo me daba pánico. El tamaño de mi boca, de mis labios, me acomplejaba; soñaba con tener unos labios un poquito más delgados, un poco menos notables. Pintarlos de rojo significaba que se verían más grandes de lo que ya eran y eso era todo lo opuesto a lo que yo quería.
Pero un día, por allá en el 2012, una de mis mejores amigas me regaló un labial rojo de Lancôme. Con la barrita roja en las manos, decidí que había llegado el momento de probar. Antes de salir a la oficina, lo pasé por mis labios. Era cremoso y de un rojo encendido. Me miré al espejo.Sutil sería la última palabra que usaría para describirlo. Tal y como lo pensé, mis labios se veían más grandes de lo que eran. Suspiré y me lo quité con un pañuelito.
Así pasó una semana. Cada día pensaba: «hoy sí es el día del labial», pero me arrepentía en algún momento antes de llegar a la oficina. Un día me lo quité en el ascensor de mi edificio, otro día fui capaz de llegar hasta mi carro pero me lo quité mientras manejaba, incluso llegué a quitármelo un día en la entrada de la oficina. Pensaba que todo el mundo me iba a mirar, que me iban a decir «¡qué jeta tan grande!» o que me iba a ver indecente (¡¿?!). Pero a punta de intentos y de pasos de bebé, lo logré.
Al fin llegó un día en el que me aguanté las ganas de quitarme el labial y entré a la oficina con la cabeza agachada. Hasta que una compañera de trabajo me hizo un cumplido y luego otra y luego otra. A veces uno necesita que los demás le digan las cosas para entenderlas. Poco a poco fui entendiendo que lo que yo consideraba un defecto, en realidad era una cualidad y que el labial rojo la realzaba.
Podrá sonar dramático y un poquito ridículo, pero les juro que con la ayuda del labial rojo borré muchas de mis inseguridades y me convertí en el tipo de mujer que a veces dudaba que era. Su efecto no es solo visual, sino psicológico; cuando tengo labial rojo siento que puedo hacer cualquier cosa. Es como tener un escudo que, como el del Capitán América, puedo además usar como arma.
El labial rojo, a diferencia de otros productos de maquillaje, no existe para esconder nada. Si lo uso es para decir: «Acá estoy». Por eso me gusta tanto, porque me obliga a no esconderme, a no desaparecer y me convence de que lo que sale de mi boca merece atención, incluso cuando yo misma no lo creo.
Coco Chanel dijo alguna vez: «Si estás triste, agrega más lápiz labial y ataca». Aunque no recomiendo el uso del labial rojo como cura para la tristeza ni como solución para todos los problemas, sí les puedo decir que para mí ha sido una herramienta terapéutica. No lo eviten, no le huyan. No se crean esos cuentos que dicen que si tienen labios delgados o que si tienen la piel de tal color no pueden usarlo. El labial rojo le queda bien a todo el mundo. Yo sé que da un poquito de miedo, pero usarlo no es tan difícil como creen. Sí, las primeras veces se sentirán raras, seguro se van a arrepentir y se lo quitarán como lo hice yo… pero después de un par de veces el labial les dará la confianza que necesitan para usarlo y notarán que sus palabras suenan mejor cuando las dicen con labios rojos.
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¿No saben qué tono de rojo usar? Este diagrama de Clinique les ayudará. Si tienen piel con matices fríos o amarillos, les quedan mejor los rojos cálidos. Si su piel en cambio tiene matices rosados, les quedarán mejor los rojos fríos.
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Yo tengo varios labiales rojos que me gustan. Uno de Vogue que es baratísimo y se llama Pasión. También tengo dos de Maybelline: uno que tira a vinotinto que se llama Smoking Red 795 y uno rojo encendido que se llama On Fire Red 895. Pero mi favorito, al que le haría un altar hoy mismo, es al Ruby Woo de MAC. Lo amo porque tiene un tono clásico, porque es mate y porque no se corre con casi nada.
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¿Cómo es su relación con el labial rojo? ¿Lo aman? ¿Le temen? Cuéntennos aquí en los comentarios o en nuestro instagram @idearioblog
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