Por: Laura Camila
Ilustraciones: Susana Velasco
A los 13 años me llegó la regla y no sentí gran diferencia. Veía a mis amigas del colegio con cólicos, náuseas, pálidas cada vez que les llegaba y a mí no me pasaba nada. Pero esto cambió cuando empecé a crecer. De un momento a otro, me llegaba y era una tortura. Estaba de mal genio todo el tiempo, era irregular entonces me manchaba todos los meses, no entendía por qué el cuerpo no podía encontrar una manera más amable de avisarme que las células que recubrían mi útero se estaban desprendiendo.
Empecé a ir al ginecólogo, que en mi caso es mujer y una de mis mejores amigas así ella no lo sepa (Hola María Cris, si estás leyendo esto: te amo). Ella me ayudó a conocer mi cuerpo y a reconciliarme con él y con la regla. Finalmente no hay por qué hacer tanto revuelo si es algo que a TODAS nos pasa. No lo podemos detener, pero sí podemos hacer que esos días en los que la tenemos sean menos caóticos y, de hecho, podemos encontrar en la regla una oportunidad para encontrarnos con nosotras mismas. Imaginen que todo esto lo dije mientras sonaba All You Need Is Love de Los Beatles.
Ahora, en ese proceso de conocerme a mí misma, probé de todo. Usé toallas de todos los colores, tamaños, formas, con alas y sin alas. Probé tampones, para flujo regular, para flujo más fuerte, con aplicador y sin aplicador. Por cierto, si pudieron usar el aplicador sin pellizcarse el útero, me avisan. Creánme, lo he probado todo. Cuando era pequeña la única opción que tenía era usar toallas, porque mis papás me las compraban y porque pensaba que era lo único que existía. Entonces uno comete el error de quedarse en lo mismo por la costumbre y por la pereza de probar cosas nuevas. Pasa en la regla, en las relaciones interpersonales, en el trabajo, en todo, pero buscando opciones me encontré con la copa menstrual (que le sigue a Maria Cris en mi lista de mejores amigas).
La compré. Ya no recuerdo cuánto me costó pero vale entre 60 mil y 80 mil pesos. A mí también casi se me desorbitan los ojos cuando supe que valía TODO ESO. Pero me puse a pensar y a hacer cuentas y resulta que en toallas o tampones me gastaba casi 20 mil pesos al mes y sé que parezco una persona completamente ordenada, que tiene todo claro en su vida, pero no, la verdad era que cuando me llegaba me tocaba salir corriendo al supermercado a comprar toallas, y así, cada mes.
Los primeros días que usé la copa fueron completamente incómodos, para qué les voy a decir mentiras. Incluso me la puse mal varias veces y alcancé a gritar en el baño ¿A QUÉ HORA SE ME OCURRIÓ COMPRAR ESTA MIERDA?, pero quiero invitarlas a que recuerden: ¿quién se sintió bien la primera vez que se puso una toalla?. No sé ustedes pero yo me sentía orinada, pesada, no podía caminar bien por la angustia de mancharme. Igual con el tampón: ¿me lo puse bien? ¿qué tal no me lo pueda sacar? ¿perdí mi virginidad?. Todo es cuestión de práctica y costumbre. Ya después de cogerle el tiro es como conocer el paraíso. Tan así, que tengo que poner un recordatorio en el celular al final del día para quitármela porque se me olvida que la tengo puesta.
Descubrí que no produzco tanto flujo. En una toalla higiénica pareciera que uno se está desangrando y en un tampón ni se diga. Pero para que se hagan una idea, la copa menstrual cabe en la palma de la mano y nunca se llena completamente.
Yo la amo y no la cambiaría por nada, pero todos los cuerpos son diferentes. A mí me funcionó pero puede que a otras mujeres no. De hecho amigas mías se quedan con los tampones o las toallas higiénicas. Para eso es necesario que se conozcan y que prueben todas las opciones para poder decidir.
Después de ya un buen tiempo usándola, les puedo recomendar la copa menstrual porqu tiene las siguientes ventajas:
- Está hecha de silicona hipoalergénica, el mismo material del que están hechos los catéteres que se insertan vía intravenosa. Lo que quiere decir que es higiénica y no porque lo diga yo sino porque la copa menstrual está certificada por SGS y la FDA, las organizaciones que se aseguran que lo que comemos, nos untamos o nos insertamos no nos haga daño.
- Esta es una revelación y quiero que suenen cantos gregorianos mientras se las cuento: Pueden hacer deporte tranquilas con ella puesta. La copa se adapta a la vagina y el vacío no permite ni que se pierda en nuestro cuerpo, ni que se salga.
- Contiene tres veces más sangre que un tampón. Se puede tener adentro hasta por 12 horas sin ningún problema. Claro que mientras se acostumbran y saben cómo usarla, es mejor que la retiren después de 4 o 5 horas.
- Es necesario desechar la que tienen y comprar otra después de 3 años. TRES AÑOS. Ya no se gastan 20 mil pesos al mes sino 2 mil pesos, o algo así. Me da pereza hacer matemáticas.
- La copa menstrual: 1 – Tampones: 0. La copa menstrual no ha registrado ningún caso de infección, como sí lo han hecho los tampones, que por el algodón o dejarlo mucho tiempo adentro, producen una bacteria o síndrome de shock tóxico.
- La copa se vacía al final del día en el inodoro y se lava con agua pringada. Al final del periodo menstrual se mete en una olla (especial para la copa) con agua hervida por 5 minutos. Así no siguen llenando el mundo de basura en forma de toallas higiénicas y tampones.
Hay muchas formas de ponérsela pero a mí me funciona más acostada porque siento que se acomoda más fácil. También hay varias maneras de manipular la copa para insertarla y distintas tallas dependiendo de la edad o de si tienen hijos. Acá les dejo un video que les enseña todas las opciones:
Yo la compré en Mia Luna, si entran a su página hay una cantidad de información para que la consulten y decidan.
Ya podemos dejar de sufrir cuando nos llega la regla. Al menos yo lo hice. Son días en los que debemos celebrar nuestros úteros, no solo escuchando la playlist que hicimos en Ideario, sino informándonos y encontrando la opción que mejor se acomode a nuestro cuerpo.
Deja una respuesta